En
este caso para obtener una definición clara del concepto de
ideología, es preciso pues ver cuáles son las características
comunes que comparten todas las ideologías, tales como el
liberalismo, el marxismo o el fascismo.
La
primera característica común que podemos apreciar, es que toda
ideología es un sistema coherente puramente abstracto, es decir, sin
correspondencia con la realidad.
Si
bien son sistemas abstractos sin correspondencia con la realidad,
esto no supone que no se funden en base a realidades, solo que toda
ideología se basa en una visión parcial de esta, eliminando el
resto, de ahí su no correspondencia. La ideología pretende abarcar
toda la realidad mediante una mera parte de la misma, ejemplos
paradigmáticos son el marxismo que pretende explicar toda la
historia mediante la lucha de clases, el economicismo que solo toma
en cuenta en su análisis los hechos económicos o ciertos
movimientos identitarios que se centran en la raza y otros elementos
físicos como fundamento del comportamiento humano.
El
ideólogo busca acomodar la realidad a su sistema, destruyendo para
ello el orden natural y creando uno artificial que se acomode a su
modelo teórico mediante la voluntad humana, la esencia de toda
ideología es el voluntarismo.
Así
llegamos a la segunda característica común de todas las ideologías
que se deriva de la primera, y es que todas ensalzan como valor
supremo la libertad, pero no la libertad entendida en sentido clásico
como libertad para elegir los medios por los cuales realizar los
fines previamente establecidos en miras al bien, sino la libertad de
fines, es decir la libertad entendida como liberación de aquello que
impide al hombre concreto convertirse en el hombre abstracto del que
parte toda ideología, pues como ya se ha dicho, al partir la
ideología de una visión parcial de la realidad, necesita eliminar
el resto de la realidad que no contempla y para ello pretende
destruir el orden natural, que le recuerda una y otra vez al ideólogo
que la realidad no es como él cree que debería ser.
Debido
a esta liberación toda ideología toma como base al hombre
abstracto, a aquel que no está ligado a nada real, que no tiene
tradición y por lo tanto límites, podemos ver como en la revolución
francesa, no se declaran los derechos del francés, sino los del
hombre y ciudadano, entes abstractos desprovistos de tradición.
Por
ello expone acertadamente Joseph de Maistre:
“La
Constitución de 1795, como las precedentes, está hecha para el
hombre. Ahora bien, el hombre no existe en el mundo. Yo he visto,
durante mi vida, franceses, italianos, rusos…, y hasta sé, gracias
a Montesquieu, que se puede ser persa; en cuanto al hombre, declaro
que no me lo he encontrado en mi vida; si existe lo desconozco (…)
Esta
constitución es capaz de ser aplicada a todas las comunidades
humanas de China a Ginebra. Pero una constitución hecha para todas
las naciones no está hecha para ninguna, es una pura abstracción,
un ejercicio escolar cuyo propósito es ejercitar la mente de acuerdo
con un ideal hipotético, y que debe ser dirigido al hombre, en los
lugares imaginarios que habita.” (2)
Esta
pretensión de sustituir el orden natural creado por Dios por un
orden artificial creado por el hombre, puede verse muy bien cuando
Hobbes y posteriormente Rousseau sustituyen el concepto tradicional
de Nación bien expresado por Jean Ousset como comunidad de herederos
de una tradición legada por los ancestros que habitaron antes en la
Patria y unidos por dicha herencia que han de trasmitir en el futuro
a nuevos herederos (3), a un contrato social nacido de la pura
voluntad humana, la nación así no es un proceso de siglos de
depuración de tradiciones sino una creación, una construcción, el
hombre se erige como creador de un orden artificial frente al orden
natural instituido por Dios, cayendo así de nuevo en el pecado
original al querer ser los hombres “como dioses” (4).
En
Toda ideología se da pues de forma implícita la rebelión contra
Dios, al ser este el creador del orden natural que se pretende
destruir mediante la voluntad humana, ya sea por medio de una
liberación del hombre de esta realidad en la fase superior del
comunismo, con la extinción de las clases y el estado, sea por medio
de la constitución de un sistema democrático que permita obtener la
voluntad general de los individuos que actuaría como única base de
la articulación de la sociedad, o sea por cualquier medio de
liberación sostenido por otras ideologías.
Tal
vez el ejemplo más claro de esta rebelión contra el orden natural
lo encontramos en la llamada ideología de género, por la cual el
hombre no aceptando su condición de creatura, pretende por su propia
voluntad destruir el ser de las cosas, en este caso el suyo propio,
postulando que el género no es algo con una esencia ya establecida,
sino una pura construcción, como bien dice Benedicto XVI:
“La
falacia profunda de esta teoría (refiriéndose a la ideología de
género) y de la revolución antropológica que subyace en ella es
evidente. El hombre niega tener una naturaleza preconstituida por su
corporeidad, que caracteriza al ser humano. Niega la propia
naturaleza y decide que ésta no se le ha dado como hecho
preestablecido, sino que es él mismo quien se la debe crear.” (5)
Al
final la ideología de género es la consecuencia lógica del
contrato social que ve como construcción la nación, no es más la
extrapolación de esto al individuo, no se acepta una naturaleza
previa, sino que toda la realidad es creada por la libre voluntad del
hombre, una voluntad que no tiene objeto alguno más que ella misma,
las ideologías no buscan llevar al hombre al bien o a cualquier otro
objetivo, sino simplemente liberarlo de todo lo que limite su
voluntad, para ello es obligatorio el relativismo moral, debido a que
la idea de un bien objetivo llevaría a que la voluntad tuviera el
deber moral de realizar el bien, limitándola, lo cual no es
aceptable en el marco ideológico voluntarista.
En
conclusión, el concepto de Ideología puede ser definido como
sistema coherente puramente abstracto basado en una visión parcial
de la realidad por la cual trata de explicarla en su conjunto,
mutilando el verdadero orden natural de esta mediante la voluntad
humana para acomodarla al sistema teórico defendido.
Fuentes:
(1):
“Es
preciso que ambos tengan alguna cosa de común que los haga bellos,
que les pertenezca a ambos en común y a cada uno en particular. De
otra manera no serían ambos bellos a la vez y cada uno en
particular.”
Platón, Obras completas, El Primer Hipias, edición de Patricio de
Azcárate, tomo 2, Madrid 1871, página 137.
Disponible
aquí: http://www.filosofia.org/cla/pla/img/azf02095.pdf
(2):
Joseph de Maistre, Consideraciones sobre Francia.
Disponible
aquí en inglés:
http://www.strobertbellarmine.net/books/Maistre--Considerations_on_France.pdf
(3):
“Pudiéramos sostener que la patria es algo que se refiere
esencialmente al pasado, que es el capital reunido por los padres en
el curso de los siglos. Por el contrario, el término de nación nos
parece que pudiera designar ese segundo aspecto, muy importante y muy
distinto del primero. No el aspecto de la herencia, sino el de la
comunidad viviente de los herederos. En efecto, por su misma
etimología, por la idea de la filiación, de nacimiento que expresa,
el término nación presenta algo más dinámico: su encadenamiento
de generaciones, un flujo viviente. Es esta idea de transmisión de
la vida por el nacimiento la que debemos retener. La-nación es la
sucesión de los hombres de la patria en el pasado y en el porvenir,
así como en el presente. No es el simple total de los que viven. La
nación existía antes que ellos, y cuando ellos hubieren muerto los
sobrevivirá.” Revista Verbo, número 541-542, página 240.
Disponible
aquí:
http://www.fundacionspeiro.org/verbo/1965/V-34-35-P-217-250.pdf
(4):
“Replicó la serpiente a la mujer: “De ninguna manera
moriréis, es que Dios sabe muy bien que el día en que comiereis de
él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del
bien y del mal.”” (La Biblia de Jerusalén, Gn 3.5-6)
(5):
El texto citado aparece en el libro “La Sal de la tierra”, en la
página 142 de su versión en ebook disponible aquí:
https://books.google.es/books/about/La_sal_de_la_tierra.html?id=8bMrui44onIC&hl=es
Manuel
Blanco García